Comentario No. 057
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Fecha: 1594, octubre 21 Santo Domingo, La Española]
Tema: Testimonio sobre el contrabando de negros esclavizados cerca de Bayajá, pueblo de la Banda del Norte en La Española
Fuente: Archivo General de Indias,Escribanía de Cámara 17-A. Colección de Documentos Dominicanos de CUNY DSI
A partir de mediados del siglo dieciséis en adelante, con las minas de oro de aluvión de La Española exhaustas y con poquísima población indígena disponible para ser sometida a trabajo forzado y de poco costo, los colonos recurrieron cada vez más a la importación de africanos esclavizados como fuerza de trabajo para el negocio de exportación de azúcar de caña y cueros vacunos a los mercados europeos. Pero las políticas monopólicas de la Corona que restringían los puertos de España que podían enviar y recibir barcos hacia y desde La Española obligaron a sus habitantes a comprar los artículos que necesitaban y vender las mercancías que producían sin el beneficio de competencia de precios propio de un libre mercado transoceánico.
Lo anterior se complicaba debido a las decisiones de la Corona de concentrar la seguridad en las rutas marítimas que conectaban con otros puertos y regiones más ricos de la América hispana, desincentivando más y más, y reduciendo la cantidad de barcos mercantes españolas interesados en visitar La Española. Exportar a España y recibir importaciones desde allí de acuerdo con el monopolio vigente se hizo cada vez menos posible para la población local. Y todo esto, junto con la atracción más fuerte que ejercían otras áreas del imperio más ricas y más prometedoras sobre los colonizadores ibéricos decididos a aventurarse a cruzar el océano, se tradujo en un estancamiento de la población española en la colonia.
Este escenario pronto llevó a la sociedad mayoritariamente rural y mayoritariamente negra y mulata de La Española a involucrarse en un contrabando generalizado con barcos mercantes no españoles, incluso enemigos de España, durante décadas. Los tipos de mercancías que ellos podían obtener de los otros súbditos metropolitanos del imperio solo ocasionalmente y a altos precios, los empezaron a obtener de extranjeros en lo que se convirtió en un amplio y dinámico libre comercio marítimo ilegal. Concomitantemente, a cambio de esto los colonos podían pagarles a estos extranjeros con los productos locales principales como azúcar de caña, cueros, sebo y otros artículos que estos no españoles estaban deseosos de adquirir, en una dinámica de oferta y demanda menos económicamente asfixiante que la del monopolio imperial español.
Debido a que el contrabando se hizo generalizado a través de la muy marginalizada colonia, las autoridades locales coloniales de la ciudad de Santo Domingo intentaron o hacían como que intentaban perseguirlo y suprimirlo, enviando de vez en cuando cuadrillas militares o policiales desde la ciudad capital a investigar o a apresar a los a menudo muy distantes violadores de las leyes del monopolio imperial. Estos enviados interrogaban a los habitantes como testigos en lugares como la Villa de Bayajá en la costa nor-central atlántica, y de este modo cientos de testimonios judiciales se produjeron que han sobrevivido en los archivos coloniales.
En estas declaraciones de testigos se mencionan nombres de pobladores que practicaban el contrabando, sus socios extranjeros (franceses, británicos, holandeses, portugueses) con los que interactuaban, las mercancías comerciadas y las cantidades y a veces los precios, así como los sitios costeros donde los encuentros ocurrían. Entre los artículos intercambiados se encontraban frecuentemente los africanos negros esclavizados, y en las declaraciones de testigos nos informamos de sus nombres y sus gentilicios africanos, género y edad aproximada, así como de los precios por los cuales fueron comprados y quienes los compraron.