Comentario No. 018
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Fecha: 1520, agosto 20. Santo Domingo, La Española.
Tema: Los funcionarios de la tesorería colonial de Santo Domingo se quejaron de que los colonos ibéricos de La Española eran perjudicados por la falta de un aprovisionamiento de trabajadores negros esclavizados basado en un comercio libre y abierto, y solicitaron que a los colonos se les permitiera importar todos los esclavos que consideraran necesarios
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles--Archivo General de Indias, PATRONATO,174,R.24, F. 121R.-124V, - 1 - Imagen Núm: 5 / 12
En una carta al rey Carlos V escrita desde la ciudad de Santo Domingo el 20 de agosto de 1520 por los tres funcionarios de la tesorería colonial designados por la corona (Miguel de Pasamonte, Juan de Ampiés y Alonso Dávila), estos mencionaron el nuevo negocio del azúcar de caña como una iniciativa esperanzadora, mientras señalaron que tanto los colonos como las recaudaciones de la corona estaban sufriendo “grandísimo agravio” como resultado de la corona haber concedido al gobernador de Bresa el derecho exclusivo de enviar cuatro mil “esclavos negros” al nuevo mundo. Aunque los autores no lo describen explícitamente en esta carta, parecían estar aludiendo a la forma en que el control de la oferta de mano de obra esclavizada por un solo proveedor externo que determinaba cuántos, cuándo y a qué precio se les venderían los esclavos, los ponía en desventaja como consecuencia de no tener opciones alternativas de comercio. Para compensar este impacto negativo, los funcionarios solicitaron a la corona que permitiera “que todos los vecinos de estas partes pudiesen pasar a ellas los esclavos negros que hubiesen menester” pagando como licencia “por cada cabeza” la cantidad proporcional correspondiente a los 25,000 ducados que debía pagar el gobernador de Bresa (presumiblemente por los 4,000 esclavos que se le habían asignado).
Los funcionarios se refirieron también a “esclavos negros e indios y yucayos y gigantes” que estaban trabajando en las minas de oro de La Española en ese momento, recomendando que solamente una décima parte del oro extraído, en vez de un quinto, debía de cobrarse como impuesto del gobierno a los mineros, a manera de incentivo que atrajera más colonos para poblar la isla. Así mismo expresaron, ya en esta etapa relativamente temprana de la colonia, un temor por el gran desequilibrio demográfico entre una mayoría de esclavos negros y una minoría dominante de blancos ibéricos. Una mayor cantidad de pobladores dedicados a la extracción de oro significaría un aumento de las recaudaciones locales para la corona, y al mismo tiempo su presencia reforzaría el orden social colonial, ya que “esta isla estaría más segura de los esclavos negros que en ella se alzasen o hiciesen algún un escándalo”. Además, de esta forma “se poblarían estas partes sin que vuestra majestad gastase lo que se gasta en pasar los labradores a esta isla”.
Los autores de la carta comentaron que la corona había establecido un diezmo (un impuesto del 10 por ciento) sobre el oro que fuera extraído por “esclavos negros e indios”, mientras un 20 por ciento (un quinto) se había establecido sobre el oro extraído por los indios gobernados bajo el régimen de repartimiento, recomendando que en lugar de estos la corona cobrara un solo impuesto del 10 por ciento sobre todas las extracciones de oro, independientemente del estatus de los negros e indios que se usaran como trabajadores (“cualesquier negros e indios de cualquier calidad que sean”). La caída de la población indígena local de La Española era por entonces de acuerdo como estos comentaristas, aguda, indicando que “ya no hay casi ningunos indios y menos habrá de aquí a dos años”.